Estudio de Historia de una escalera

1. Resumen general

Se cuenta la vida de dos generaciones de vecinos que durante 30 años ven como sus vidas pasan sin que nada cambie en su mediocre existencia. Las aspiraciones iniciales de los personajes principales (Urbano, Fernando, Carmina y Elvira) fracasan por el determinismo social que les impedirá ascender socialmente  y también por su propia incapacidad personal que les llevó a hacer una mala elección en sus vidas: renunciaron al amor para conseguir sus ambiciones, decisión que les condujo  a fracasar tanto  en el plano personal  como en el social.

2. Personajes:

FERNANDO: Es un soñador  poco disciplinado para el trabajo. Vive al amparo de su madre mientras sueña con salir algún día de la miseria. Está enamorado de Carmina, pero se casará con Elvira por interés.

URBANO: Un chico decente, formal y trabajador. Cree en la solidaridad y el trabajo en equipo como manera de prosperar socialmente, aunque no tiene muchas esperanzas de conseguirlo. Trini y Rosa son sus hermanas.

ELVIRA: Hija de Don Manuel. Niña un poco caprichosa y consentida. Está enamorada de Fernando.

CARMINA: Malvive con muchas privaciones al lado de su madre. Está enamorada de Fernando y éste de ella. Tiene otro hermano, Pepe.

DON MANUEL Padre de Elvira, hombre viudo y de situación económica desahogada. Aparece solo al inicio del primer acto, en el segundo ya ha fallecido.

GENEROSA madre de Carmina. Mujer bondadosa

PACA: Madre de Urbano, le gustan los chismes. Es soberbia y desconfiada.

TRINI: Hermana de Urbano. Tímida y decente.

ROSA La otra hermana de Urbano, está liada con Pepe. Sus padres la repudian por ello.

PEPE. Hermano de Carmina. Es un sinvergüenza sin escrúpulos. Vive sin trabajar, se aprovecha de Rosa para poder beber e ir de juerga.

 

3. Resumen por actos

Acto I

El escenario representa una escalera interior de un humilde edificio de vecinos. Hay cuatro portales. Se inicia el acto con el cobrador de la luz, que portal por portal pide la cuenta del recibo. De este modo, conocemos a los inquilinos (personajes principales): Casi todas son familias humildes, con dificultades económicas, sólo Don Manuel tiene una situación económica desahogada.

 

En este primer acto vemos como se enfrentan dos actitudes contrarias: las que representan Fernando y Urbano. El primero es un soñador individualista que se cree seguro de poder cambiar de vida, triunfar y ascender socialmente para dejar esa gris escalera. Por el contrario Urbano es un escéptico que no cree que sea posible tal cambio y que de ser posible, solo se puede conseguir con esfuerzo, solidaridad y trabajo en equipo (él mismo pertenece a un sindicato). Fernando retará a Urbano para ver quién tenía razón comprobando la situación de cada uno dentro de 10 años (plazo que sirve, también, para estructurar el drama pues será el tiempo que transcurre entre el acto I y el acto II) (ver 1)

A su vez, se plantea también un entramado de relaciones personales entre los personajes principales. Fernando y Carmina se aman. Por su parte, Elvira se siente atraída por Fernando, pero éste la ignora. Al final del acto, Carmina y Fernando se prometen amor (2) 

(1)

FERNANDO.—(Que ha llegado.) Nada, lo de siempre… (Se recuestan la pared del «casinillo». Mientras hacen los pitillos.) ¡Que estoyde todo esto!

URBANO.—(Riendo.) Eso es ya muy viejo. Creí que te ocurría algo.

FERNANDO.-Puedes reírte. Pero te aseguro que no sé cómo aguanto.

(Breve pausa.) En fin, ¡para qué hablar! ¿Qué hay por tu fábrica?

URBANO.—¡Muchas cosas! Desde la última huelga de metalúrgicos gente se sindica a toda prisa. A ver cuándo nos imitáis dependientes.

FERNANDO.—No me interesan esas cosas.

URBANO.—Porque eres tonto. No sé de qué te sirve tanta lectura.

FERNANDO.-¿Me quieres decir lo que sacáis en limpio de esos líos?

URBANO.—Fernando, eres un desgraciado. Y lo peor es que sabes. Los pobres diablos como nosotros nunca lograremos mejorar de vida sin la ayuda mutua. Y eso es el sindicato. ¡Solidaridad! nuestra palabra. Y sería la tuya si te dieses cuenta de que no más que un triste hortera. ¡Pero como te crees un marqués!

FERNANDO.—No me creo nada. Sólo quiero subir. ¿Comprendes?

¡Subir! Y dejar toda esta sordidez en que vivimos.

URBANO.—Y a los demás que los parta un rayo.

FERNANDO.-¿Qué tengo yo que ver con los demás? Nadie hace nada por nadie. Y vosotros os metéis en el sindicato porque no tenéis arranque para subir solos. Pero ese no es camino para mí. Yo sé que puedo subir y subiré solo.

URBANO.—¿Se puede uno reír?

FERNANDO.—Haz lo que te de la gana.

URBANO.—(Sonriendo.) Escucha, papanatas. Para subir solo, como dices, tendrías que trabajar todos los días diez horas en la papelería; no podrías faltar nunca, como has hecho hoy…

URBANO.—(Riendo.) Siempre es desde mañana. ¿Por qué no lo has hecho desde ayer, o desde hace un mes? (Breve pausa.) Porque no puedes. Porque eres un soñador. ¡Y un gandul! (FERNANDO le mira lívido, conteniéndose, y hace un movimiento para marcharse.)

¡Espera, hombre! No te enfades. Todo esto te lo digo como un amigo.

(Pausa.)

FERNANDO.—(Más calmado y levemente despreciativo.) ¿Sabes lo que te digo? Que el tiempo lo dirá todo. Y que te emplazo. (URBANO le mira.) Sí, te emplazo para dentro de… diez años, por ejemplo. Veremos, para entonces, quién ha llegado más lejos; si tú con tu sindicato o yo con mis proyectos.

URBANO.—Ya sé que yo no llegaré muy lejos; y tampoco tú llegarás. Si yo llego, llegaremos todos. Pero lo más fácil es que dentro de diez años sigamos subiendo esta escalera y fumando en este «casinillo».

…***…

2

CARMINA.-¿Por qué no se lo pides a Elvira?

(Pausa. Él la mira, excitado y alegre.)

FERNANDO.—¡Me quieres! ¡Lo sabía! ¡Tenías que quererme! (Le levanta la cabeza. Ella sonríe involuntariamente.) ¡Carmina, mi Carmina!

(Va a besarla, pero ella le detiene.)

CARMINA.-¿Y Elvira?

FERNANDO.-¡La detesto! Quiere cazarme con su dinero. ¡No la puedo ver!

CARMINA.—(Con una risita.) ¡Yo tampoco!

(Ríen, felices.)

FERNANDO.—Ahora tendría que preguntarte yo: ¿Y Urbano?

CARMINA.—¡Es un buen chico! ¡Yo estoy loca por él! (FERNANDO se enfurruña.) ¡Tonto!

FERNANDO.—(Abrazándola por el talle.) Carmina, desde mañana voy a trabajar de firme por ti. Quiero salir de esta pobreza, de este sucio ambiente. Salir y sacarte a ti. Dejar para siempre los chismorreos, las broncas entre vecinos… Acabar con la angustia del dinero escaso, de los favores que abochornan como una bofetada, de los padres que nos abruman con su torpeza y su cariño servil, irracional…

CARMINA.— (Reprensiva.) ¡Fernando!

FERNANDO.—Sí. Acabar con todo esto. ¡Ayúdame tú! Escucha: voy a estudiar mucho, ¿sabes? Mucho. Primero me haré delineante. ¡Eso es fácil! En un año… Como para entonces ya ganaré bastante, estudiaré para aparejador. Tres años. Dentro de cuatro años seré un aparejador solicitado por todos los arquitectos. Ganaré mucho dinero.

Por entonces tú serás ya mi mujercita, y viviremos en otro barrio, en un pisito limpio y tranquilo. Yo seguiré estudiando. ¿Quién sabe?

Puede que para entonces me haga ingeniero. Y como una cosa no es incompatible con la otra, publicaré un libro de poesías, un libro que tendrá mucho éxito…

CARMINA.—(Que le ha escuchado extasiada.) ¡Qué felices seremos!

FERNANDO. – ¡Carmina!

(Se inclina para besarla y da un golpe con el pie a la lechera, que se derrama estrepitosamente. Temblorosos, se levantan los dos y miran, asombrados, la gran mancha blanca en el suelo.) 

Acto II

Han transcurrido diez años que no se notan en nada: la escalera sigue sucia y pobre, las puertas sin timbre, los cristales de la ventana sin lavar.(acotación del autor)

El motivo central de la acción en este acto es que ha muerto el padre de Carmina  y los vecinos acuden a su casa para el velatorio.

Han pasado 10 años y vemos con sorpresa que al finalizar el acto anterior, Fernando y Carmina se prometían amor eterno, sin embargo, en este acto conocemos que ¡Fernando se ha casado con Elvira! No son un matrimonio feliz, tanto Fernando como Carmina siguen enamorados el uno del otro. Fernando se casó con Elvira solo por interés, por su dinero. Elvira al principio estaba enamorada de Fernando, pero también ya está desengañada, quizá solo sigue con él porque tienen un hijo en común.(3)

Por otro lado, Urbano entra en relaciones con Carmina. Urbano quiere a Carmina pero ella sigue amando a Fernando; acepta comprometerse con Urbano porque no quiere quedarse sola (él es buena persona y la quiere) y, también, porque al morir su padre, su madre y ella necesitan que alguien las mantenga.

(3)

FERNANDO.—Puedes salir. No hay nadie.

(Entonces sale ELVIRA, con un niño de pecho en los brazos.

FERNANDO y ELVIRA visten con modestia. Ella se mantiene hermosa, pero su cara no guarda nada de la antigua vivacidad.)

ELVIRA.—¿En qué quedamos? Esto es vergonzoso. ¿Les damos o no les damos el pésame?

FERNANDO.—Ahora no. En la calle lo decidiremos.

ELVIRA.—¡Lo decidiremos! Tendré que decidir yo, como siempre.

Cuando tú te pones a decidir nunca hacemos nada. (FERNANDO calla, con la expresión hosca. Inician la bajada.) ¡Decidir! ¿Cuándo vas adecidirte a ganar más dinero? Ya ves que así no podemos vivir.

(Pausa.) ¡Claro, el señor contaba con el suegro! Pues el suegro se acabó, hijo. Y no se te acaba la mujer no sé por qué.

FERNANDO.—¡Elvira!

ELVIRA.—¡Sí, enfádate porque te dicen las verdades! Eso sabrás hacer: enfadarte y nada más. Tú ibas a ser aparejador, ingeniero, y hasta diputado. ¡Je! Ese era el cuento que colocabas a todas. ¡Tonta de mí, que también te hice caso! Si hubiera sabido lo que me llevaba… Si hubiera sabido que no eras más que un niño mimado… La idiota de tu madre no supo hacer otra cosa que eso: mimarte.

FERNANDO.—(Deteniéndose.) ¡Elvira, no te consiento que hables así de mi madre! ¿Me entiendes?

ELVIRA.-(Con ira.) ¡Tú me has enseñado! ¡Tú eras el que hablaba mal de ella!

FERNANDO.-(Entre dientes.) Siempre has sido una niña caprichosa y sin educación.

ELVIRA.—¿Caprichosa? ¡Sólo tuve un capricho! ¡Uno sólo! Y…

ACTO III

Pasaron velozmente veinte años más. Es ya nuestra época. La escalera sigue siendo una humilde escalera de vecinos. El casero ha pretendido, sin éxito, disfrazar su pobreza con algunos nuevos detalles concedidos despaciosamente a lo largo del tiempo: la ventana tiene ahora cristales romboidales coloreados, y en la pared del segundo rellano, frente al tramo, puede leerse la palabra QUINTO en una placa de metal. Las puertas han sido dotadas de timbre eléctrico, y las paredes, blanqueadas. (acotación del autor)

Asistimos al desenlace de los conflictos: las vidas de los personajes concluyen, en general, en una derrota, un fracaso. Toda una vida de insatisfacción, subiendo y bajando la misma escalera. Las ilusiones iniciales de Fernando y Carmina se repiten ahora en sus respectivos hijos. Historia, pues, cíclica pero con final abierto… ¿Lograrán los hijos lo que no fueron capaces de conseguir sus padres? 

(4) Final de la obra con el final abierto antes aludido.

(Su marido la mira violento. Ella mete a MANOLÍN de un empujón y cierra también con un portazo. FERNANDO baja tembloroso la escalera, con la lentitud de un vencido. Su hijo, FERNANDO, le ve cruzar y desaparecer con una mirada de espanto. La escalera queda en silencio. FERNANDO, HIJO, oculta la cabeza entre las manos. Pausa larga. CARMINA, HIJA, sale con mucho sigilo de su casa y cierra la puerta sin ruido.

Su cara no está menos descompuesta que la de FERNANDO.

Mira por el hueco y después fija su vista, con ansiedad, en la esquina del «casinillo». Baja tímidamente unos peldaños, sin dejar de mirar. FERNANDO la siente y se asoma.)

FERNANDO, HIJO.—¡Carmina! (Aunque esperaba su presencia, ella no puede reprimir un suspiro de susto. Se miran un momento y en seguida ella baja corriendo y se arroja en sus brazos.) ¡Carmina!…

CARMINA, HIJA.—¡Fernando! Ya ves… Ya ves que no puede ser.

FERNANDO, HIJO.—¡Sí puede ser! No te dejes vencer por su sordidez.

¿Qué puede haber de común entre ellos y nosotros? ¡Nada! Ellos son viejos y torpes. No comprenden… Yo lucharé para vencer. Lucharé por ti y por mí. Pero tienes que ayudarme, Carmina. Tienes que confiar en mí y en nuestro cariño.

CARMINA, HIJA.-¡No podré!

FERNANDO, HIJO.-Podrás. Podrás… porque yo te lo pido. Tenemos que ser más fuertes que nuestros padres. Ellos se han dejado vencer por la vida. Han pasado treinta años subiendo y bajando esta escalera…

Haciéndose cada día más mezquinos y más vulgares. Pero nosotros no nos dejaremos vencer por este ambiente. ¡No! Porque nos marcharemos de aquí. Nos apoyaremos el uno en el otro. Me ayudarás a subir, a dejar para siempre esta casa miserable, estas broncas constantes, estas estrecheces. Me ayudarás, ¿verdad? Dime que sí, por favor. ¡Dímelo!

CARMINA, HIJA.—¡Te necesito, Fernando! ¡No me dejes!

FERNANDO, HIJO.—¡Pequeña! (Quedan un momento abrazados.

Después, él la lleva al primer escalón y la sienta junto a la pared, sentándose a su lado. Se cogen las manos y se miran arrobados.)

Carmina, voy a empezar en seguida a trabajar por ti. ¡Tengo muchos proyectos! (CARMINA, la madre, sale de su casa con expresión inquieta y los divisa, entre disgustada y angustiada. Ellos no se dan cuenta.)

Saldré de aquí. Dejaré a mis padres. No los quiero. Y te salvaré a ti. Vendrás conmigo. Abandonaremos este nido de rencores y de brutalidad.

CARMINA, HIJA.—¡Fernando!

(FERNANDO, el padre, que sube la escalera, se detiene, estupefacto, al entrar en escena.)

FERNANDO, HIJO.—Sí, Carmina. Aquí sólo hay brutalidad e incomprensión para nosotros. Escúchame. Si tu cariño no me falta, emprenderé muchas cosas. Primero me haré aparejador. ¡No es difícil! En unos años me haré un buen aparejador. Ganaré mucho dinero y me solicitarán todas las empresas constructoras. Para entonces ya estaremos casados… Tendremos nuestro hogar, alegre y limpio…, lejos de aquí. Pero no dejaré de estudiar por eso. ¡No, no,

Carmina! Entonces me haré ingeniero. Seré el mejor ingeniero del país y tú serás mi adorada mujercita…

CARMINA, HIJA.—¡Fernando! ¡Qué felicidad!… ¡Qué felicidad!

FERNANDO, HIJO.-¡Carmina!

(Se contemplan extasiados, próximos a besarse. Los padres se miran y vuelven a observarlos. Se miran de nuevo,largamente. Sus miradas, cargadas de una infinita melancolía, se cruzan sobre el hueco de la escalera sin rozar el grupo ilusionado de los hijos.)                                              TELÓN

4. Interpretación de la obra. Trascendencia y significado

Los sucesos que ocurren en Historia de una escalera, aparentemente particulares y muy concretos, tienen un alcance más amplio, poseen un doble sentido:

a) La representación de la realidad más inmediata.

Historia de una escalera es un análisis de la sociedad española en una época muy difícil, de pobreza, hambre y falta de oportunidades. La  obra tiene lugar en tres momentos, correspondientes a los actos. De manera que los dos primeros actos se ambientan en la realidad social de los años cuarenta. Entre los actos segundo y tercero ha transcurrido una guerra civil, la española, que por razones obvias (la censura) no es tratada directamente, pero cuyas consecuencias son evidentes. En conclusión: Historia de una escalera es una dolorida reflexión sobre la España de la posguerra

b) El de símbolo abierto, partiendo de la situación de España en la posguerra.

La obra es la historia de una imposibilidad. Nos empuja a preguntarnos: ¿por qué fracasan Fernando y Urbano? ¿Es por culpa de su propia incapacidad? O, por el contrario, ¿son sólo víctimas de una sociedad y una época que no daba oportunidades a los más humildes

Pensemos en ello, Fernando es un soñador, egoísta e insolidario que tiene grandes planes para el futuro pero para conseguirlo renuncia a su amor por Carmina y se casa con Elvira sólo porque tiene más dinero. Opta por el camino más fácil, pero se equivoca, ha elegido el más difícil. Al vivir sin amor, pierde la motivación y las fuerzas que necesita para lograr sus sueños. Se ha mentido a sí mismo, ha renunciado a la verdad (recordemos el tema del teatro de Buero Vallejo: “la búsqueda de la verdad”) y ha fracasado. La falsedad le ha llevado a la infelicidad.

A Urbano le ocurre algo parecido, pero por otra vía. Es más honesto que Fernando y más realista. Al contrario que Fernando piensa que la única manera para conseguir cambiar su situación es la solidaridad y el trabajo en equipo. Puede que por convicción o como le dice Fernando en el acto I porque no tiene confianza en sí mismo. El caso es que es un fatalista; cree que es imposible ascender, que les ha tocado vivir en una época en la que todos están condenados a vivir para morir sin que nada haya cambiado en sus vidas. En definitiva le echa la culpa al destino.

Cada uno a su manera, pero ambos se equivocan. La obra nos trasmite la idea de que nosotros somos en buena medida los dueños de nuestro destino. Hay una parte importante que depende de las circunstancias exteriores, pero la realidad no lo  condiciona todo como piensa Urbano, ni con egoísmo se puede progresar  como intenta Fernando.

En conclusión,  los cuatro personajes principales de la obra han fracasado, el desarrollo cíclico de la obra hace que en el acto tercero:  Fernando hijo y Carmina hija repiten, 30 años más tarde, la misma situación que sus padres. Sin embargo, ahora ellos luchan por su amor, son fieles a sí mismos y quieren estar juntos a pesar de que sus padres se lo prohíben.

El drama (como casi todos los de Buero) tiene un final abierto: ¿conseguirán los hijos corregir los errores de sus padres? o, por el contrario ¿volverán a repetirlos?

c)  Los símbolos. De los muchos símbolos de la obra destacaremos algunos esenciales: 

La escalera es el símbolo principal. Representa la inmovilidad social de unos personajes que se pasan 30 años subiendo y bajando la misma escalera que no les lleva a ningún sitio. Es el símbolo de los deseos de ascender, pero que ha los personajes sólo les ha servido para subir y bajar si que nada cambie.

– Los personajes principales encarnan en sí mismos signos humanos: Fernando el soñador; Urbano el fatalista | Fernando egoísta; Urbano solidario.

El amor: que en la obra se identifica con la libertad y la verdad. Fernando, Urbano, Elvira y Carmina renuncian al verdadero amor y eso les condena a la infelicidad.

 – El tiempo cíclico: que nos lleva al final abierto antes aludido.

 

Bibliografía:

VV.AA. Historia y crítica de la literatura española, Tomo 8/1, 1999

 

 

 

Gracias por compartir

3 comentarios

  1. Gracias, me ha ayudado con el examen! 😀

    PD: En el último apartado se te ha escapado una hache “…pero que ha los personajes…”

    1. Gracias, me alegro, y gracias por el aviso, ya corregí 🙂

      1. En realidad ahí no lleva hache ya que no es del verbo haber. Creo.

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