La obra poética de Antonio Machado

Antonio Machado es el poeta más destacado de la Generación del 98 y uno de los más conocidos de la poesía española de todos los tiempos. Su obra poética está vertebrada en torno a dos obras capitales: Soledades y Campos de Castilla.

Machado evolucionó desde una lírica inspirada en el modernismo hasta alcanzar una voz propia con Campos de Castilla. En su última etapa creativa (Nuevas canciones) coincidió en el tiempo con los autores de la Generación del 27, pero nunca fue partidario de la deshumanización de la nueva poesía de vanguardia. Para Machado la poesía siempre fue “palabra en el tiempo” unida al sentimiento y al conflicto humano.

Soledades, galerías y otros poemas (1907)

El libro apareció en 1903 con el título de Soledades. El poeta añadió nuevos poemas en una segunda edición de 1907, ya con el título de Soledades, galerías y otros poemas.

El motivo principal de los poemas son los recuerdos nostálgicos de la infancia (recrea su mundo infantil y sus escenarios: los huertos, los jardines en los que jugaba de niño, y que el autor carga de simbolismo). La mirada a su pasado se hace con melancolía, angustia y sentimiento de soledad.

 Los temas principales del libro son el paso del tiempo, los sueños y el amor. Y todos estos temas están casi siempre tratados con un tono de melancolía y tristeza. El tiempo es en el fondo el tema principal de la poesía de Machado, quien solía decir que  la poesía es ” el dialogo del hombre con su tiempo”. Como decimos muchos de estos poemas tratan del recuerdo del pasado, de la infancia y de como el tiempo inevitablemente lo cambia todo.

Los sueños son entendidos por el poeta como la única realidad verdadera, o sea, que soñar es alcanzar la verdad de las cosas: no hay una división entre sueño y realidad sino que el sueño complementa y da sentido a la realidad. Por último, el amor es inocente y deja un recuerdo amable en el poeta.

 En este libro Machado utiliza constantemente  símbolos como la tarde, el agua, el huerto y las galerías. El agua es símbolo de la vida cuando fluye y de la muerte cuando está quieta o es el mar (una interpretación muy similar de este símbolo hará más tarde Lorca en su poesía); la tarde simboliza el declive; el huerto simboliza la ilusión cuando está unido al recuerdo infantil; las galerías, son los caminos del recuerdo y la memoria.

En cuanto al estilo, abundan las composiciones breves, se prefiere el uso del verso corto (de 7 y 6 sílabas) y la rima consonante o asonante. Llaman la atención los romances  en heptasílabos y otros composiciones poco habituales en la poesía española.

 

Campos de Castilla (1912)

Este libro se relaciona directamente con la preocupación por el problema de España, esto es: su atraso político y sociocultural respecto a la Europa avanzada. Son reflexiones poéticas sobre la realidad española.

El paisaje castellano es el tema central de muchos poemas del libro. Machado proyecta sus propios sentimientos sobre aquellas tierras, y relaciona lo seco y desértico del paisaje castellano (sobre todo Soria), con la soledad o el paso del tiempo, que son sus obsesiones personales (véase en poemas como La tierra de Alvergonzález, A orillas del Duero…)

Otro conjunto de poemas, muestran una actitud crítica  sobre el atraso y la pobreza de Castilla y España. Aquí coincide Machado con la necesidad de cambio que reclamaba la Generación del 98. Los principales vicios nacionales son la envidia, la ignorancia y la corrupción. En estos poemas suele contrastar el presente mísero con el pasado esplendoroso de España cuando dominaba Europa (siglo XVI). El poeta deja un sentimiento de esperanza en un futuro que recupere la gloria perdida (poemas como Una joven España, Orillas del Duero…)

Por último, hay en el libro un sentido recuerdo a Leonor, su esposa fallecida recientemente (Desde Baeza).

En resumen, los poemas del libro se pueden agrupar en tres series temáticas:

a) Una serie de poemas breves que el poeta llamó «Proverbios y cantares»

b) Poemas más extensos muy críticos con la situación social del momento en comparación con la grandeza de otras épocas. En estos poemas el paisaje castellano es interiorizado por el poeta para proyectar sus sentimientos

c) Los poemas escritos en Baeza tras la muerte de su mujer Leonor protagonizados por la presencia muerte y la memoria de la esposa.

Termina su carrera de poeta con su obra Nuevas Canciones de 1924. Fue su último libro de poemas que aporta poco nuevo a lo ya conocido de Machado por sus dos grandes poemarios anteriores. Desde este momento el poeta publicó ensayos (Juan de Mairena con una prosa original y renovadora en su momento) y varias obras de teatro, estas últimas siempre en colaboración con su hermano Manuel.

 

Antología

 

De Campos de Castilla

 

V RECUERDO INFANTIL

 

Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía

de lluvia tras los cristales.

Es la clase. En un cartel
se representa a Caín
fugitivo, y muerto Abel
junto a una mancha carmín.

Con timbre sonoro y hueco
truena el maestro, un anciano
mal vestido, enjuto y seco,

que lleva un libro en la mano.

Y todo un coro infantil
va cantando la lección:
”mil veces ciento, cien mil;

mil veces mil, un millón”.

Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía

de la lluvia en los cristales.

XI

 

Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero
a lo largo del sendero…
-La tarde cayendo está-.
”En el corazón tenía
la espina de una pasión;
logré arrancármela un día:
ya no siento el corazón”.

Y todo el campo un momento
se queda, mudo y sombrío,
meditando. Suena el viento
en los álamos del río.

La tarde más se obscurece;
y el camino que serpea
y débilmente blanquea,

se enturbia y desaparece.

Mi cantar vuelve a plañir:
”Aguda espina dorada,
quién te pudiera sentir

en el corazón clavada”.

XCVII RETRATO

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,

y un huerto claro donde madura el limonero;

mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;

mi historia, algunos casos que recordar no quiero.

Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido

-ya conocéis mi torpe aliño indumentario-,

mas recibí la flecha que me asignó Cupido,

y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.

Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,

pero mi verso brota de manantial sereno;

y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,

soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.

Adoro la hermosura, y en la moderna estética

corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;

mas no amo los afeites de la actual cosmética,

ni soy un ave de esas de nuevo gay-trinar.

(…)

Y al cabo, nada o debo; debéisme cuanto he escrito.

A mi trabajo acudo, con mi dinero pago

el traje que me cubre y la mansión que habito,

el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.

Y cuando llegue el día del último viaje,

y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,

me encontraréis a bordo ligero de equipaje,

casi desnudo, como los hijos de la mar.

 

De Campos de Castilla

 

CXV, A UN OLMO VIEJO

Al olmo viejo, hendido por el rayo

y en su mitad podrido,

con las lluvias de abril y el sol de mayo,

algunas hojas verdes le han salido.

¡El olmo centenario en la colina

que lame el Duero! Un musgo amarillento

le mancha la corteza blanquecina

al tronco carcomido y polvoriento.

No será, cual los álamos cantores

que guardan el camino y la ribera,

habitado de pardos ruiseñores.

Ejército de hormigas en hilera

va trepando por él, y en sus entrañas

urden sus telas grises las arañas.

Antes que te derribe, olmo del Duero,

con su hacha el leñador, y el carpintero

te convierta en melena de campana,

lanza de carro o yugo de carreta;

antes que rojo en el hogar, mañana,

ardas de alguna mísera caseta,

al borde de un camino;

antes que te descuaje un torbellino

y tronche el soplo de las sierras blancas;

antes que el río hasta la mar te empuje

por valles y barrancas,

olmo, quiero anotar en mi cartera

la gracia de tu rama verdecida.

Mi corazón espera

también, hacia la luz y hacia la vida,

 

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