En algunas obras de Uslar Pietri y en el simbolismo presente en muchas de las novelas de la naturaleza o de la revolución se podían intuir elementos que superaban los límites de la verosimilitud realista. Todas estas proyecciones cobrarán forma en la novela posterior a la década de los años 40 cuando el rasgo característico de la narrativa hispanoamericana sea el de superar el realismo narrativo con la fórmula del realismo mágico: donde lo real y lo extraordinario conviven como parte integrante de la realidad consciente.
Quizá el origen del realismo mágico se encuentre en la búsqueda misma de la identidad hispanoamericana. Una vez independizados de España, con una mezcla multicultural de indígenas, mestizos, europeos, etc., el intelectual hispanoamericano se pregunta, ¿quiénes somos?, ¿cuál es la verdadera realidad hispanoamericana? Y llega a la conclusión de que América se reveló a los ojos del mundo como un lugar donde conviven el mito y la realidad. Ya Colón esperaba, al llegar a América, encontrarse con hombres con cabeza de perro y otros seres extraordinarios; luego vinieron los mitos de El Dorado, Las amazonas, etc. Esto unido a la cultura mágica de los pueblos precolombinos dan como resultado esta concepción de América como un espacio donde la realidad engloba tanto lo perceptible y racional como lo sobrenatural y extraordinario. Es decir, que la realidad está compuesta de realismo; mundo consciente y racional tradicional, y magia, lo irracional e inexplicable.
Con todo, el cambio se inicia a partir de 1940 y en el tienen especial resonancia la influencia de autores renovadores como Kafka, Mann, Faulkner, Hemingway, Dos Passos, Huxley, Proust, Joyce… Los nuevos modelos narrativos nacen guiados por lo que Carlos Fuentes definió como “mito, lenguaje y estructura”. Se ha dado un exceso de importancia a la nueva narrativa hispanoamericana, hasta el punto de menospreciar lo anterior y se ha hablado de que en realidad la auténtica narrativa comienza desde la Segunda Guerra Mundial. Vargas Llosa y otros autores han tratado de resaltar la importancia de la novela anterior: Gallegos, Icaza, Pietri… No fue un inicio en vacío, sino que fue una continuidad de toda una brillante trayectoria anterior.
Las novelas que marcan el inicio de la renovación narrativa, o de lo popularmente conocido como realismo mágico son dos obras de 1949: Los hombres de maíz, de M.A. Asturias y El reino de este mundo, de A. Carpentier. En el prólogo de esta última su autor enuncia la teoría de “lo real maravilloso”; Asturias prefiere denominarlo “realismo mágico”, término que finalmente se ha impuesto.
1. Características del realismo mágico
- El autor se desprende de lo folclórico y del documentalismo anterior para centrarse en la problemática humana. El lector puede ahora sentirse identificado en los avatares de esos protagonistas de la novela presentados en el momento culminante de sus vidas.
- El realismo mágico trata de hacer un retrato total de la realidad, ya que, a juicio de los novelistas que lo cultivaron, el mundo —y, sobre todo, el mundo hispanoamericano— va mucho más allá de lo que puede ser percibido por los sentidos. Para estos narradores el “realismo mágico” europeo es bastante superficial y forzado que solo se apoya en “técnicas” surrealistas, mientras que el americano se apoya en la propia realidad, en el mundo indígena, mezcla de mito, magia y realidad.
- En el realismo mágico sobreviven preocupaciones de la novela anterior, de manera que también hay compromiso político y conciencia social .
- La literatura del realismo mágico no es una literatura fantástica, ya que en la base de todas estas obras está el mundo real y reconocible. A partir de este momento, realidad y fantasía se presentarán íntimamente unidas en la novela: unas veces, por la presencia de lo mítico, de lo legendario, de lo mágico; otras, por el tratamiento alegórico o poético de la acción, de los personajes o de los ambientes (como hemos dicho antes).
2. Técnica y estilo
Incluso más importante que la renovación temática es la renovación formal: un nuevo lenguaje, unas nuevas estructuras narrativas se convierten en el centro de interés de la novela.
- El narrador: El narrador omnisciente deja paso al narrador protagonista, narrador personaje o narrador testigo. En definitiva triunfa el multiperspectivismo.
- El tiempo: Se rompe la linealidad temporal por medio de recursos como la inversión temporal, las historias paralelas, el tiempo cíclico…
- El lenguaje: La renovación del lenguaje con la incorporación de mecanismos vanguardistas, el empleo de imágenes y lenguaje poético y, en general, la tendencia barroca en el estilo de estas novelas.