1. Juan Ramón Jiménez: Entre la Generación del 98 y la vanguardia
Juan Ramón Jiménez nace en Moguer (Huelva) el 23 de diciembre de 1881 su familia se dedicaba a la elaboración y exportación de vino, lo que permitió al poeta vivir sin necesidades económicas para poder dedicarse a su pasión, la poesía. Comienza la carrera de Derecho en la Universidad de Sevilla, aunque no finaliza sus estudios. La muerte de su padre en 1900 le causó una gran impresión y un año más tarde sufrió su primer problema grave de depresión que le obligó a pasar una larga temporada en el sanatorio Castell d’Andorte, en Burdeos. De regreso a Madrid organiza reuniones literarias con Valle Inclán, Benavente y los hermanos Machado, entre otros. Y sigue conviviendo con los problemas de depresión que se repetirían intermitentemente a lo largo de su vida.
En 1916 se casó con Zenobia Camprubí en Nueva York. Durante la guerra civil española se exilia a EE.UU., donde trabaja como profesor y ponente en diversas universidades; años después se desplazó a Centroamérica, hasta que fijó residencia en Puerto Rico.
El 25 de octubre de 1956 recibió el Premio Nobel de Literatura y tres días después murió su esposa. Él jamás se recuperó de esta pérdida y murió dos años más tarde, el 29 de mayo de 1958 en Santurce, Puerto Rico.
Juan Ramón Jiménez es un poeta fundamental para entender a los autores de la posterior Generación del 27. Fue el guía y el maestro de los poetas que se iniciaban en la poesía de vanguardia en la España de los años 20. Sin embargo, él no perteneció a ningún movimiento de vanguardia concreto, pues su obra es original y no se adscribe a ninguna escuela. Lo suyo fue la poesía pura en búsqueda de la perfección y la belleza.
La crítica suele dividir su trayectoria poética en tres etapas: sensitiva, intelectual y última o verdadera.
1ª) Etapa sensitiva (1898-1915). Está marcada por la influencia de Bécquer, el Simbolismo y el Modernismo. Predominan las descripciones del paisaje como reflejo del alma y los sentimientos del poeta, la melancolía, la música, el color, los recuerdos y ensueños amorosos. Se trata de una poesía emotiva y sentimental que destaca por su perfección formal y la sensibilidad en el tratamiento de los temas. También destaca el empleo del símbolo, una constante a lo largo de toda su obra.
Las obras destacadas de esta etapa son: Rimas (1902), Arias tristes (1903), Jardines lejanos (1904), Elegías (1907), La Soledad Sonora (1911), Pastorales (1911), Laberinto (1913) y Estío (1916).
2ª) Etapa Intelectual 1916-1936. El libro que inicia esta segunda etapa es Diario de un poeta recién casado (1916). Se trata de una poesía sin anécdota, sin los «ropajes del modernismo», una poesía depurada, donde el poeta admira todo lo que ve. Este poemario nace de su viaje a América donde se casó. En El Diario, Juan Ramón experimenta con los temas y las formas (los primeros poemas en prosa y el empleo del verso libre del que luego aprenderían a usar los autores del 27), y abre una nueva corriente poética: la poesía pura(de la que hablaremos en el punto siguiente). En la poesía pura coinciden rasgos de vanguardias como el ultraísmo, el creacionismo y el anterior simbolismo.
De este periodo destacan también: Primera antolojía poética, (1917), Eternidades (1918), Piedra y cielo (1919), Poesía (1917-23) y Belleza (1917-23) y La Estación total (1923-36) que recoge los últimos poemas escritos en España
En Piedra y cielo (1919) el tema central es ya la creación poética: la poesía como actividad, el poema como objeto artístico y el poeta como dios-creador de un universo nuevo. Se abre así una nueva línea temática que Juan Ramón Jiménez ya no abandonará: la búsqueda de la perfección poética y la máxima intensidad creativa de una poesía pura, esquemática.
3ª) Etapa: última o verdadera (1937-1958) durante su exilio americano. Juan Ramón continúa mirando en sí mismo en busca de la belleza y la perfección. Su deseo por la trascendencia lo lleva a identificarse con un Dios-Creador. Tras un período de relativo silencio, publica Animal de fondo (1949), Tercera antolojía poética (1957), En el otro costado (1936-42), y, Dios deseado y deseante (1948-49).
En Animal de fondo (1949) el poeta busca a Dios, «sin descanso». Pero ese dios no es una divinidad externa al poeta, sino que se halla en él y en su obra («tu esencia está en mí, como mi forma»; «en el mundo que yo por ti y para ti he creado»). Ese dios al que se refiere es causa y fin de la belleza.
El poeta llega incluso a identificarse con ese dios que tanto ha buscado. Un dios que existe dentro y fuera de él.
Antología:
Pájaro errante y lírico, que en esta floreciente soledad de domingo vagas por mis jardines, del árbol a la yerba, de la yerba a la fuente llena de hojas de oro y caídos jazmines …, ¿qué es lo que tu voz débil dice al sol de la tarde que sueña dulcemente en la cristalería ? ¿Eres, como yo, triste, solitario y cobarde, hermano del silencio y la melancolía? ¿Tienes una ilusión que cantar al olvido?, ¿una nostalgia eterna que mandar al ocaso ?, ¿un corazón sin nadie, tembloroso, vestido de hojas secas, de oro, de jazmín y de raso ? JIMÉMEZ, J. R.: La soledad sonora. Barcelona, Visor, 2008 |
Vino, primero, pura, vestida de inocencia. Y la amé como un niño. Luego se fue vistiendo de no sé qué ropajes. Y la fui odiando, sin saberlo. Llegó a ser una reina, fastuosa de tesoros… ¡Qué iracundia de yel y sin sentido ! …Mas se fue desnudando. Y yo le sonreía. Se quedó con la túnica de su inocencia antigua. Creí de nuevo en ella. Y se quitó la túnica, y apareció desnuda toda… ¡Oh pasión de mi vida, poesía desnuda, mía para siempre! JIMÉNEZ, J. R.: Eternidades (ed. de Víctor García de la Concha). Madrid, Taurus, 1982. |
¡Intelijencia , dame el nombre exacto de las cosas! … Que mi palabra sea la cosa misma, creada por mi alma nuevamente. Que por mí vayan todos los que no las conocen, a las cosas; que por mí vayan todos los que ya las olvidan, a las cosas; que por mí vayan todos los mismos que las aman, a las cosas… ¡Intelijencia, dame el nombre exacto, y tuyo, y suyo, y mío, de las cosas! JIMÉNEZ, J. R.: Eternidades (ed. de Víctor García de la Concha). Madrid, Taurus, 1982.
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BROADWAY. La tarde. Anuncios mareantes de colorines sobre el cielo. Constelaciones nuevas. El Cerdo, que baila, verde todo, saludando con su sombrerito de paja, a derecha e izquierda. La Botella, que despide, en muda detonación , su corcho colorado, contra un sol con boca y ojos. La Pantorrilla eléctrica, que baila sola y loca, como el rabo separado de una salamanquesa . El Escocés, que enseña y esconde su whisky con reflejos blancos. La Fuente, de aguas malvas y naranjas, por cuyo chorro pasan, como en una culebra , prominencias y valles ondulantes de sol y luto, eslabones de oro y hierro (que trenza un chorro de luz y otro de sombra…). El Libro, que ilumina y apaga las imbecilidades sucesivas de su dueño. El Navío , que, a cada instante, al encenderse, parte cabeceando , hacia su misma cárcel, para encallar al instante en la sombra… Y…-¡La luna! -¿A ver? -Ahí, mírala, entre esas dos casas altas, sobre el río, sobre la octava , baja, roja, ¿no la ves…? -Deja, ¿a ver? No… ¿Es la luna, o es un anuncio de la luna?JIMÉMEZ, J. R.: Diario de un poeta recién casado (ed. de Michael P. Predmore). Madrid, Cátedra, 1998.
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