Textos persuasivos

Se emplean  para convencer  a alguien con razones y un lenguaje atractivo que apela a los sentimientos. Ejemplo la publicidad

Su objetivo principal es convencer y para ello, además de echar mano de razones y argumentos, debe, como decimos, tener una estructura y un lenguaje cautivador que favorezca la consecución del objetivo inicial. Un buen texto persuasivo debe seguir una estructura como la siguiente:

Llamada de atención al comienzo: Comenzar el texto con una reflexión, una anécdota, una paradoja o una ocurrencia atractiva que, en definitiva,  capte la  atención de los lectores.

Las razones: El grueso del discurso lo ocupan, después de la introducción, lo ocupan las razones que tratan de convencer al lector u oyente. Deben ser pocas y bien planteadas y desarrolladas. Contundentes y difíciles de rebatir.

Un final envolvente: La conclusión debe retomar el impulso inicial del texto y concentrar todas las ideas del texto con un renovado impulso para lograr su objetivo de convencer.

Apoyo en recursos audiovisuales: Las imágenes, vídeo, música… son recursos que apoyan el discurso persuasivo y se suelen emplear frecuentemente. Hacen bueno el dicho de que una imagen vale más de mil palabras.

 

Estos textos se suelen emplear en la publicidad, el discurso político, ventas comerciales, etc.

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