La mojiganga es un subgénero dramático que nace en el primer tercio del siglo XVII. La primera referencia a un espectáculo teatral con el nombre mojiganga es de 1623 en relación a la fiesta hecha a su Majestades el Martes de Carnaval y fue calificado como «fiesta burlesca». Esta breve definición va muy acertada para aproximarnos a esta forma de teatro breve: la mojiganga siempre tiene el componente festivo y el aspecto burlesco. Catalina Buezo, una de las mejores estudiosas de la mojiganga, trata de dar con una definición abarcadora y definitiva de la misma. Después de revisar las diferentes acepciones que ofrecen Corominas, el Diccionario vulgar y el Diccionario de Autoridades de la Academia, las juzga de imprecisas y apuesta por su propia definición para afirmar que la mojiganga es “un texto breve en verso, de carácter cómico burlesco y musical, con predominio de la confusión y del disparate deliberados explicables por su raigambre esencialmente carnavalesca, representada para fin de fiesta”
La mojiganga tiene «raigambre esencialmente carnavalesca» y es que este subgénero teatral tuvo sus orígenes en la mojiganga parateatral que consistía en un pasacalles con personajes disfrazados que representaban animales, demonios, etc. y que se realizaban como fin de fiesta (tras la ceremonia seria) en determinadas fiestas del calendario (principalmente la Navidad, el Corpus y en Carnaval) o para celebrar un acontecimiento destacado como el nacimiento de un príncipe. Tenían estas fiestas callejeras un claro componente burlesco y disparatado con bufonadas, música chocarrera y bailes. En las mojigangas organizadas por los gremios de las ciudades
Cada mojiganga iba guiada por una botarga o un alcalde o de mojiganga, ataviado con un vejiga o matapecados con los que agredía a la audiencia
De estas primeras mojigangas callejeras, el espectáculo da el salto al teatro (aunque también, conviene no olvidarlo, el germen de la mojiganga puede rastrearse en muchos entremeses del Siglo de Oro de autores como Quiñones Benavente o Francisco de Quevedo). Concretamente comienza como forma teatral dentro de los espectáculos palaciegos. No es de extrañar que fuera en el teatro de palacio donde se constituye como género pues este tipo de espectáculos burlescos, artificiosos y de aire carnavalesco, eran muy del gusto de la Corte.
Cuando ya se instituye como forma teatral, la mojiganga desarrolla una estructura más compleja, con un argumento y un texto representado por actores profesionales. Curiosamente este viaje de la mojiganga desde la calle al teatro es de ida y vuelta, pues, después de triunfar como espectáculo palaciego, el pueblo llano (siempre en predisposición de imitar los gustos de sus señores) reclama mojigangas para las comedias de los corrales como parte del espectáculo del mismo modo que lo hacían las loas, los bailes o los entremeses.
En la dramaturgia del siglo XVII, el desarrollo de la obra tenía una estructura bastante rígida. Antes de comenzar la obra se arrancaba con unas canciones preliminares, a las que seguía la loa (no siempre). Después la primera jornada (primer acto) de la comedia venía el entremés. Continuaba la jornada segunda. Entre esta y el tercer y último acto (o jornada) se introducía un baile. Y al finalizar la tercera jornada, y no siempre, el fin de fiesta o la mojiganga.
Aunque habría que precisar, que la descripción anterior se ajusta al teatro de la segunda mitad del XVII, en la primer, la mojiganga podía ocupar el lugar del baile entre la segunda y tercera jornada.
Bibliografía:
BUEZO, Catalina (2005b). Mojigangas dramáticas (siglos XVII y XVIII). Madrid: Cátedra.
COTARELO y MORI, Emilio (1911). Colección de entremeses, loas, bailes, jácaras y mojigangas: desde fines del siglo XVI a mediados del XVIII. Madrid: Bailly Bailliére.
DE MIGUEL MAGRO, Tania (2016). «La mojiganga dramática en el contexto de la fiesta barroca». Bulletin of de Comediantes, 68, 1, pp. 179-195.