Comentario de El árbol de la ciencia

EL ARBOL DE LA CIENCIA (1911), Pío Baroja

1. Autor

 Pío Baroja y Nessi fue hijo de un ingeniero de minas, estudió medicina en Madrid y trabajó como médico de provincias en su juventud. Hombre de gran cultura, se interesó por temas tan diversos como la ciencia, la filosofía y, claro está, la literatura. Como la mayoría de los escritores de la Generación del 98, es autodidacta en su formación literaria. Todas estas inquietudes junto con su pasión por los viajes se verán reflejadas en su obra literaria.

Baroja está considerado el mejor novelista de su generación, además de uno de los mejores novelistas españoles de todos los tiempos. Es el creador de un nuevo estilo narrativo, de difícil sencillez.  En sus textos predomina la frase breve, el lenguaje coloquial y sin adornos.

2. Obra

Su producción es enorme. Cerca de 100 volúmenes entre novelas (66), ensayos (9), autobiografías, cuentos, teatro (2) y hasta un libro de poemas.

Las novelas.  Solía agrupar sus novelas en trilogías. De este modo llegó a acumular 10 trilogías de tema muy variado: aventura, tema social, filosófico, autobiografía, existencial, etc. Su obra novelesca se divide en 3 etapas:

1)  De 1902 a 1912. En esta etapa escribe lo mejor de su producción. Las novelas más destacadas de esta etapa son las agrupadas en la trilogía La Lucha por la vida (donde destaca la obra La busca, 1903), Las inquietudes de ShantiAndía, 1911 (novela de aventuras), Zalacaín el aventurero (también aventuras) y  El árbol de la ciencia (1911).

En esta primera etapa ya se fijan los motivos temáticos y los personajes típicos de sus novelas. En cuanto a los temas destacan los de tipo social y político (La busca) o filosófico-existencial (El árbol de la ciencia), junto con la revisión histórica y la aventura.

Respecto a los personajes, los hay de dos tipos:

a) pasivos: son personajes reflexivos, tristes y pesimistas. Normalmente reflejan la forma de pensar del autor, o sea, son escépticos, no creen que se pueda mejorar la vida, en definitiva, no creen en el “regeneracionismo” que caracteriza a los autores del 98. Acaban derrotados por la sociedad (como Andrés Hurtado en El árbol de la ciencia).

b) los activos: personajes aventureros, guerreros o trabajadores intrépidos que actúan sin pensar en las consecuencias, como Zalacaín o Shanti Andía (algunos de sus héroes de acción). Estos personajes son lo que el propio autor deseó ser (un hombre de acción) pero que solo logró alcanzar por medio de la imaginación literaria, pues tuvo una existencia rutinaria y tranquila de escritor.

2) De 1913 a 1936. No hay innovaciones técnicas importantes. Lo más destacado son las Memorias de un hombre de acción (22 volúmenes). Son novelas históricas que abarcan todo el siglo XIX y principios del XX.

3) De 1936 a 1956. Es la etapa de declive como escritor, Baroja ya es mayor, su imaginación no da para más. Destaca su autobiografía: Desde la última vuelta del camino (1944-49).

3. Resumen del argumento. La obra se divide en 7 partes de extensión irregular. Los capítulos que integran cada una de las partes son cortos, pueden variar entre las 3 y las 8 páginas.

Primera Parte: La vida de un estudiante en Madrid

Narra la experiencia universitaria de Andrés Hurtado. Es una selección de lo más importante que le pasó en la universidad.

Sobre todo se describe como era el método de enseñanza, los profesores y los compañeros. La experiencia no es muy buena para Andrés que sale de la universidad bastante decepcionado: El método de enseñanza está anticuado y no hay los medios necesarios para estudiar medicina; los profesores son viejos y prepotentes. De sus compañeros solo hace amistad con Aracil (mejor persona) Montaner (egoísta). Son ambos tipos pacíficos, perezosos, gustosos de la buena vida y el lujo; nada preocupados de la situación social o la problemática política

Segunda Parte: Las Carnarias.

Cuenta como Andrés conoce a Lulú (la mujer de la que más adelante se enamorará y acabarán casados). Es una chica pobre de barrio marginal que trabaja de costurera.

El otro aspecto destacado del capítulo  es la conversación  que mantiene con su tío Iturrioz sobre diferentes temas (atraso de España, filosofía, el sentido de la vida, el trabajo, etc…). En estas conversaciones el autor nos presenta sus propias ideas y opiniones. Son  la parte  de mayor compromiso ideológico y político de la novela.

Tercera Parte: Tristezas y dolores

El hermano menor de Andrés Hurtado cae enfermo y en unos meses muere. El hecho produce a Andrés un gran dolor.

Andrés también termina su doctorado y hace las primeras prácticas como médico en un pueblo de Brugos.

Cuarta Parte: Inquisiciones

Los cinco capítulos de esta cuarta parte son una transición entre los tres capítulos anteriores y los tres restantes. La acción novelesca se detiene. Sin apenas intervención del narrador, Hurtado y su tío Iturrioz conversan una tranquila tarde sobre temas diversos: filosofía, el sentido de la vida, la ciencia en España.

Quinta Parte: La Experiencia en el pueblo

Andrés se gana un puesto como médico rural. Los diez capítulos de esta parte narran la estancia de Andrés Hurtado en el pueblo de Alcolea del campo (un pueblo de la mancha de nombre inventado). El pueblo es la representación de las costumbres españolas de la época en cuanto a la forma de vida (tradicional y atrasada) y la política (corrupción y caciquismo)

Hurtado tiene que trabajar junto con el médico local que le tiene envidia y no dejará de molestarle hasta que Andrés tenga que abandonar el pueblo.

 

Sexta Parte. La Experiencia en Madrid.

Andrés se reencuentra en Madrid con sus dos amigos de universidad, Montaner y Alacil. Montaner sigue sin encontrar un trabajo digno y Alacil se ha convertido en un hombre sin escrúpulos. Se casó por interés con una niña bien (joven rica), montó su propia clínica con el dinero del padre de su mujer y, en definitiva, vive en una total anarquía moral.

En cuanto al contexto histórico, el regreso de Andrés a Madrid coincide con el inicio de la guerra de Cuba. De nuevo el narrador deja constancia de su visión crítica sobre la historia reciente de España

Se inicia también la relación entre Andrés y Lulú. Él la visita en el trabajo, salen juntos al café. Las conversaciones entre ambos son los momentos de mayor emotividad de la novela. Poco a poco, nace un entendimiento especial y sincero entre la pareja. Al final del último capítulo de esta parte inician su relación.

 

Septima Parte. Experiencia del hijo

En los breves capítulos de la última parte de la novela se precipitan los acontecimientos. Hurtado se ha casado con Lulú, durante el primer año la relación es perfecta. Se quieren y logran superar los problemas del día a día gracias al amor que se tienen. Sin embargo, Andrés se muestra receloso, cree que tanta felicidad tiene que traer alguna desgracia… y no se equivocará.

Después de un año de casados, Lulú cae en depresión porque desea tener hijos y sufre porque Andrés no lo desea. Finalmente, por amor a su mujer, accede  y Lulú queda embarazada. En el último capítulo asistimos al momento del parto y al final trágico de la novela. El parto se complica y el niño nace muerto. A los dos días, como consecuencia de la hemorragia sufrida, muere Lulú. El mismo día del velatorio de su mujer, Andrés lleno del dolor se suicida envenenándose.

 

4. Estudio Crítico

4.1. La novela

El árbol de la Ciencia es una especie de miscelánea en la que se mezclan las reflexiones filosóficas y científicas, los recuerdos autobiográficos y el folletín de una historia de amor.

El tema es la desorientación existencial de un hombre inadaptado, que acaba vencido por la corrupción social y la ineficacia de la ciencia (recordemos que la ciencia no logra salvar ni a su hermano ni a su mujer e hijo lo que provoca el suicidio final del protagonista)

a) Como autobiografía del propio Baroja, la novela  abarca sus años de estudiante de medicina en Madrid, su posterior empleo como médico rural y la vuelta a Madrid una vez abandona dicho trabajo. Aunque escrita en 1911, se sitúa, pues, en los años en que se desarrolla la experiencia del autor, esto es, entre 1887 y 1896. Resumiendo:

Es una autobiografía novelada. En consecuencia, se cambia el nombre de lugares y personas reales por otros ficticios.

El personaje principal, Andrés Hurtado sería un alter ego de Baroja

b) Los contenidos filosóficos. Comprendería las conversaciones con Iturrioz y todas las reflexiones críticas que se hacen a lo largo de la novela

c) La parte folletinesca, de la relación amorosa entre Andrés y Lulú. Se inicia esta trama en la segunda parte de la novela y tras un salto de muchas páginas se vuelve a retomar en el final de la sexta parte y centra la atención de toda la parte séptima y última.

 

La novela en relación a la generación del 98 Pero para la mayoría de los escritores del  98, la novela no es un espacio cerrado para contar historias. En la nueva novela cabe todo: la crítica política y social, la reflexión intelectual, la discusión filosófica, el retrato impresionista (casi surrealista a veces), la alegoría, etc… Ahora el argumento ya no será lo más importante. De hecho, escritores como Azorín o Unamuno rechazan la forma clásica argumental de contar historias. En El árbol de la ciencia se mezclan todos estos contenidos que enriquecen la novela.

 

4.2. Estilo. La novela se encuadra perfectamente en la concepción general del estilo barojiano. Pio Baroja escribió mucho sobre redacción y estilo. Fiel defensor del antirretoricismo, prefiere el uso de la palabra sencilla y de significado preciso. La frase breve, sin petulancia ni excesivos adornos.

Para crear el ambiente novelesco, Baroja se vale de una peculiar forma de describir.  En comparación con la pintura, sus descripciones serían impresionistas. Los personajes y ambientes aparecen retratados fijando la atención sólo en sus rasgos más significativos, aquellos que los individualizan (ver como ejemplos las descripciones de Alacil y Lulú)

  • Otro rasgo destacable de la forma de escribir de Baroja es su habilidad para el diálogo: de carácter teatral, siempre rápido, por medio del dialogo se logra el avance y desarrollo de la acción.
  •  Por otro lado, la novela ya no tiene que imitar a la vida. Al contrario, se entiende que la literatura es muy superior a la vida y en ella el autor puede dar su visión subjetiva de la realidad.

Por último, para Baroja la novela debe cumplir una función imprescindible en el género: entretener al lector. Para Baroja no hay discusión entre novelas de calidad literaria y subproductos de consumo; la división se establece entre novelas entretenidas y aburridas.

5. Conclusiones 

Al terminar de leer la novela, la sensación que deja es de enorme tristeza. Ves como un buen chico que aunque tiene un carácter complicado y es muy negativo en su manera de ver la vida, se esfuerza por hacer el bien y todo le termina saliendo mal. Acaba solo, hundido y sin motivación. No he leído en ningún sitio una interpretación como la que voy a hacer, porque siempre se habla de que el autor quería hacer una metáfora de la situación  de España en el momento. Pero a mí me parece que en realidad, quizá el autor no era consciente de esta posible interpretación, las cosas le salen mal a Andrés Hurtado porque era muy negativo. Las cosas estaban mal en aquel momento, pero hubo personajes que triunfaron, él, creo, fracasó por su propio carácter apático y negativo.

 

ANTOLOGÍA DE TEXTOS:

(Primera I. Capítulo II: Los estudiantes)

La acción de la cultura europea en España era realmente restringida, y localizada a cuestiones técnicas, los periódicos daban una idea incompleta de todo; la tendencia general era hacer creer que lo grande de España podía ser pequeño fuera de ella y al contrario, por una especie de mala fe internacional.

Si en Francia o en Alemania no hablaban de las cosas de España, o hablaban de ellas en broma, era porque nos odiaban; teníamos aquí grandes hombres que producían la envidia de otros países: Castelar, Cánovas, Echegaray… España entera, y Madrid sobre todo, vivía en un ambiente de optimismo absurdo. Todo lo español era lo mejor.

Esa tendencia natural a la mentira, a la ilusión del país pobre que se aísla, contribuía al estancamiento, a la fosilificación de las ideas.

Aquel ambiente de inmovilidad, de falsedad, se reflejaba en las cátedras. Andrés Hurtado pudo comprobarlo al comenzar a estudiar Medicina. Los profesores del año preparatorio eran viejísimos; había algunos que llevaban cerca de cincuenta años explicando.

Sin duda no los jubilaban por sus influencias y por esa simpatía y respeto que ha habido siempre en España por lo inútil.

Sobre todo, aquella clase de Química de la antigua capilla del Instituto de San Isidro era escandalosa. El viejo profesor recordaba las conferencias del Instituto de Francia, de célebres químicos, y creía, sin duda, que explicando la obtención del nitrógeno y del cloro estaba haciendo un descubrimiento, y le gustaba que le aplaudieran. Satisfacía su pueril vanidad dejando los experimentos aparatosos para la conclusión de la clase con el fin de retirarse entre aplausos como un prestidigitador.

Los estudiantes le aplaudían, riendo a carcajadas. A veces, en medio de la clase, a alguno de los alumnos se le ocurría marcharse, se levantaba y se iba. Al bajar por la escalera de la gradería los pasos del fugitivo producían gran estrépito, y los demás muchachos sentados llevaban el compás golpeando con los pies y con los bastones.

En la clase se hablaba, se fumaba, se leían novelas, nadie seguía la explicación; alguno llegó a presentarse con una corneta,

(Parte II. cap,2)

Siguió el baile con animación creciente y Andrés permaneció sin hablar al lado de Lulú.

—Me hace usted mucha gracia —dijo ella de pronto, riéndose, con una risa que le daba la expresión de una alimaña.

— ¿Por qué? —preguntó Andrés, enrojeciendo súbitamente.

— ¿No le ha dicho a usted Julio que se entienda conmigo? ¿Sí, verdad?

—No, no me ha dicho nada.

—Sí, diga usted que sí. Ahora, que usted es demasiado delicado para confesarlo. A él le parece eso muy natural. Se tiene una novia pobre, una señorita cursi como nosotras para entretenerse, y después se busca una mujer que tenga algún dinero para casarse.

—No creo que ésa sea su intención.

— ¿Que no? ¡Ya lo creo! ¿Usted se figura que no va a abandonar a Niní? En seguida que acabe la carrera. Yo le conozco mucho a Julio. Es un egoísta y un canallita. Está engañando a mi madre y a mi hermana… y total, ¿para qué?

—No sé lo que hará Julio…, yo sé que no lo haría.

—Usted no, porque usted es de otra manera… Además, en usted no hay caso, porque no se va a enamorar usted de mí ni aun para divertirse.

— ¿Por qué no?

—Porque no.

Ella comprendía que no gustara a los hombres. A ella misma le gustaban más las chicas, y no es que tuviera instintos viciosos; pero la verdad era que no le hacían impresión los hombres.

 

(Parte III. cap, 9 La crueldad universal)

Poco después salía Iturrioz a la azotea.

— ¿Qué, te pasa algo? —le dijo a su sobrino al verle.

—Nada; venía a charlar un rato con usted.

—Muy bien, siéntate; yo voy a regar mis tiestos.

Iturrioz abrió la fuente que tenía en un ángulo de la terraza, llenó de agua una cuba y comenzó con un cacharro a echar agua en las plantas.

Andrés habló de la gente de la vecindad de Lulú, de las escenas del hospital; como casos extraños, dignos de un comentario; de Manolo el Chafandín, del tío Miserias, de don Cleto, de Doña Virginia…

— ¿Qué consecuencia puede sacarse de todas estas vidas? —preguntó Andrés al final.

—Para mí la consecuencia es fácil —contestó Iturrioz con el bote de agua en la mano—. Que la vida es una lucha constante, una cacería cruel en que nos vamos devorando los unos a los otros. Plantas, microbios, animales.

—Sí, yo también he pensado en eso —repuso Andrés—; pero voy abandonando la idea. (…)

—Entonces ¿para usted no hay lucha, ni hay justicia?

—En un sentido absoluto, no; en un sentido relativo, sí. (…).

 

(Parte V. cap, 5 Alcolea del campo)

 

Muchas veces a Hurtado le parecía Alcolea una ciudad en estado de sitio. El sitiador era la moral, la moral católica. Allí no había nada que no estuviera almacenado y recogido: las mujeres en sus casas, el dinero en las carpetas, el vino en las tinajas.

Andrés se preguntaba: ¿Qué hacen estas mujeres? ¿En qué piensan? ¿Cómo pasan las horas de sus días? Difícil era averiguarlo.

Con aquel régimen de guardarlo todo, Alcolea gozaba de un orden admirable; sólo un cementerio bien cuidado podía sobrepasar tal perfección.

Esta perfección se conseguía haciendo que el más inepto fuera el que gobernara. La ley de selección en pueblos como aquél se cumplía al revés. El cedazo iba separando el grano de la paja, luego se recogía la paja y se desperdiciaba el grano.

Algún burlón hubiera dicho que este aprovechamiento de la paja entre españoles no era raro. Por aquella selección a la inversa, resultaba que los más aptos allí eran precisamente los más ineptos.

En Alcolea había pocos robos y delitos de sangre: en cierta época los había habido entre jugadores y matones; la gente pobre no se movía, vivía en una pasividad lánguida; en cambio los ricos se agitaban, y la usura  iba sorbiendo toda la vida de la ciudad.

El labrador, de humilde pasar, que durante mucho tiempo tenía una casa con cuatro o cinco parejas de mulas, de pronto aparecía con diez, luego con veinte; sus tierras se extendían cada vez más, y él se colocaba entre los ricos.

La política de Alcolea respondía perfectamente al estado de inercia y desconfianza del pueblo.

Era una política de caciquismo, una lucha entre dos bandos contrarios, que se llamaban el de los Ratones y el de los Mochuelos; los Ratones eran liberales, y los Mochuelos conservadores.

En aquel momento dominaban los Mochuelos.

 

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