Estudio de la poesía de Garcilaso de la Vega

Miembro de familia noble, Garcilaso de la Vega nació hacia 1501. Toda su vida se desarrolló alrededor de la Corte, al servicio del emperador Carlos V. Desempeñó misiones diplomáticas, fue soldado y visitó más de una vez Italia, donde conoció a los más famosos poetas y humanistas, que le pusieron en contacto con la nueva sensibilidad renacentista. Se casó con Elena de Zuñiga, con la que tuvo dos hijos, pero su gran amor no correspondido fue Isabel Freyre, dama portuguesa del séquito de la reina (y que inspiró muchas de sus poesías amorosas a veces trasmutada en el nombre de Elisa).

Garcilaso murió prematuramente en 1536 a causa de las heridas sufridas en el asalto a una fortaleza cerca de Milán.

Garcilaso de la Vega encarna el ideal del caballero renacentista (como Cervantes o Lope de Vega), en el que conviven las armas (soldado) y las letras (escritor). Sin embargo, esta dualidad no influyó en su poesía que refleja sólo el tema del amor tomando como modelo a Petrarca.

Garcilaso es el primer poeta del Renacimiento español por muchas razones. Pero la principal y más valorada es que introdujo con éxito la poesía renacentista italiana en España. Si antes de él, autores como el Marqués de Santillana y también su coetáneo Boscán lo habían intentado, es Garcilaso el primero que logra adaptar rítmicamente el endecasílabo italiano al ritmo poético del español. Con el endecasílabo llegaron el soneto, la lira, los tercetos, y los motivos y temas propios de la poesía petrarquista en la que se inspira.

 

Obra.

La obra poética de Garcilaso es breve: escribió treinta y ocho sonetos, cinco canciones, tres églogas, dos elegías y una epístola. No publicó ni un solo verso en vida. Al morir su amigo Juan Boscán, la viuda de éste imprimió los textos de ambos en un solo volumen. Pronto sus poesías se publicaron aparte, y comenzó el reconocimiento de su genialidad, que no ha parado hasta nuestros días.

Garcilaso es un poeta fundamental en el renacimiento español. Él es quien reintroduce y populariza el verso de once sílabas y las estrofas italianas como el soneto, la lira o los tercetos. Desde entonces estas formas estróficas son parte de la tradición española.

El tema casi exclusivo de Garcilaso es el amor. Es la gran fuerza capaz de dar sentido a la vida; pero, a menudo, es también algo inalcanzable y doloroso. Junto al amor, ocupa un lugar muy especial la naturaleza  expresada por medio de tópicos. Es el lugar ideal donde se desarrolla el amor, que puede cambiar según los sentimientos amorosos expresados. Por último, los temas mitológicos también aparecen en su obra. Garcilaso se sirve de personajes y temas mitológicos grecolatinos como pretexto para expresar sus propios sentimientos o bien como elementos comparativos para resaltar la belleza de la persona amada.

 

Estilo.

Garcilaso emplea un estilo equilibrado en sus composiciones; esto quiere decir que es culto y refinado, pero sin afectación ni excesiva retórica, escribe con naturalidad, seleccionando un léxico bello, pero de uso común, sin muchos neologismos. Se trata ya de un español muy próximo al que empleamos en la actualidad, desligado de términos y soluciones fonéticas medievales que no han sobrevivido con el tiempo.

 

Análisis de sus sonetos

Los treinta y ocho sonetos escritos por el poeta tienen como tema central el amor. Los sonetos del I al XII el amante que sufre las penas del amor es el propio “yo” poético del autor. No vemos la descripción nítida de la amada, solo el dolor del amor del poeta. El “yo” poético es el eje de todos estos poemas, veamos algunos ejemplos mostrando solo el primer verso de cada soneto:

SONETO I

Cuando me paro a contemplar mi estado

SONETO II

En fin, a vuestras manos he venido

SONETO IV

Un rato se levanta mi esperanza

SONETO V

Escrito está en mi alma vuestro gesto,

SONETO X

¡Oh dulces prendas por mi mal halladas

Hasta que llegamos al soneto XIII en la que el “yo” poético deja paso a una recreación del mito de Apolo y Dafne (aunque los personajes del mito sean una transposición de los sentimientos del poeta). A partir de este soneto XIII se inicia la inclusión de notas mitológicas en dos composiciones más: en el XVI que menciona a Jupiter y Vulcano y en el XXIV que menciona la mitología del Parnaso. En el resto de los sonetos el centro de atención es el  sufrimiento por amor, en las que el “yo” del poeta a veces se camufla en  alter egos o sus lamentos van dirigidos a amigos como Boscán (Sonetos XXVIII y XXXV) o su amigo napolitano Mario (Soneto XXXIII).

El amor expresado por Garcilaso nos parece sincero aunque se muestre por medio de tópicos. Emplea tópicos tradicionales como el Descriptio puellae y Carpe diem, quizás en el poema que mejor se aprecian estos sea en el famoso  soneto XXIII (lo reproduzco entero):

En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
enciende al corazón y lo refrena;

y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena;

coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.

Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera,
por no hacer mudanza en su costumbre

 

Los dos cuartetos representan magistralmente el tópico Descriptio Puellae y los tercetos tratan el Carpe diem y también el Tempus fugit.

Para un autor renacentista seguidor de Petrarca como Garcilaso, la belleza femenina es resplandor de la belleza divina. Y el poeta no puede ser sino el humilde siervo (creyente) que sufre por alcanzar la unión deseada con la belleza. Es un sufrimiento que al mismo tiempo produce placer porque el alma ama a la belleza suprema aunque no logre alcanzarla.

Pero además de representar la belleza y perfección de la amada, el amante sufre de amor. Vive por y para el amor y esto se refleja en tópicos como Furor amoris, que iguala al amor como una enfermedad, locura o delirio y vemos en sonetos como el V  y el soneto XII “Si para refrenar este deseo/ loco, imposible, vano, temeroso,…”. Es un tópico que Garcilaso toma de la tradición petrarquista, pero también tiene larga tradición cancioneril en la poesía española. Estos tópicos por el sufrimiento del amor están todos enlazados en la tradición del amor cortés de origen clásico que es recuperado en la Edad Media y reformulado con el neoplatonismo renacentista. Garcilaso de la Vega representa en sus sonetos al típico amante del amor cortés que sufre porque la fuerza del amor le cautiva y es su única razón de ser. Un buen resumen de este sentir sería el primer cuarteto del Soneto V:

 

Escrito está en mi alma vuestro gesto,
y cuanto yo escribir de vos deseo;
vos sola lo escribisteis, yo lo leo
tan solo, que aun de vos me guardo en esto.

 

La voluntad del poeta-amante se ha anulado por la contemplación y el amor por la amada.

La poesía de Garcilaso de la Vega ha sido la más influyente del Renacimiento español y en especial por sus sonetos seguidos por los grandes poetas del Barroco como Góngora o parodiados por otros autores barrocos como Quevedo, pero en cualquier caso, su poesía fue el punto de partida de una nueva etapa de la poesía española, la cual fue reformulada y modernizada, gracias a Garcilaso, por medio de la poesía renacentista italiana.

 

Antología.

Soneto I

Cuando me paro a contemplar mi estado
y a ver los pasos por dó me ha traído,
hallo, según por do anduve perdido,
que a mayor mal pudiera haber llegado;

mas cuando del camino estoy olvidado,
a tanto mal no sé por dó he venido:
sé que me acabo, y más he yo sentido
ver acabar conmigo mi cuidado.

Yo acabaré, que me entregué sin arte
a quien sabrá perderme y acabarme,
si quisiere, y aun sabrá querello:

que pues mi voluntad puede matarme,
la suya, que no es tanto de mi parte

pudiendo, ¿qué hará sino hacello?

 

Soneto XIII

A Dafne ya los brazos le crecían,
y en luengos ramos vueltos se mostraba;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos que el oro escurecían.

De áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros, que aún bullendo estaban:
los blancos pies en tierra se hincaban,
y en torcidas raíces se volvían.

Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía
este árbol que con lágrimas regaba.

¡Oh miserable estado! ¡oh mal tamaño!
¡Que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón porque lloraba!

Soneto X

¡Oh dulces prendas por mi mal halladas,
dulces y alegres cuando Dios quería,
juntas estáis en la memoria mía
y con ella en mi muerte conjuradas!

¿Quién me dijera, cuando las pasadas
horas qu’en tanto bien por vos me vía,
que me habiades de ser en algún día
con tan grave dolor representadas?

Pues en una hora junto me llevastes
todo el bien que por términos me distes,
lleváme junto el mal que me dejastes;

si no, sospecharé que me pusistes
en tantos bienes porque deseastes
verme morir entre memorias tristes.

Soneto XXIII

En tanto que de rosa y de azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
con clara luz la tempestad serena;

y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió, con vuelo presto
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:

coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto antes que el tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.

Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre

 

 

 

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