Novela de los años 60: la experimentación

La novela en la década de los sesenta vive una importante trasformación que le llevó a abandonar la tendencia socialrealista anterior que fue sustituida por un deseo de innovación, de experimentación, de jugar con las palabras. Es como una vuelta a la vanguardia de los años veinte. Nace la  Novela Experimental. Y las razones que explican el cambio son varias, trataremos de resumirlas brevemente:

 

  • En primer lugar, las circunstancias históricas: España en la década de 1960 inicia una etapa más aperturista con el exterior. Hubo una llegada masiva de turistas, España ingresa en la ONU en 1955 tras el levantamiento del aislamiento internacional; el régimen se volvió algo más permisivo a la llegada de información cultural desde Europa.
  • En literatura esto tuvo su reflejo en la introducción de obras extranjeras antes prohibidas, de modo que se volvió a difundir en España la obra de los autores que  alimentaron el clima del experimentalismo narrativo. Nos referimos a La novela intelectual de los años 20: James Joyce, principalmente; pero también, la generación perdida norteamericana: Hemingway, Faulkner, etc. Y La novela hispanoamericana del boom. Mario Vargas Llosa, G. García Márquez, J. Cortázar… que causaron impacto en las letras de medio mundo y que con su éxito alentaron el experimentalismo de los autores españoles.
  • El cansancio de lectores y autores de la novela social. Pasados más o menos diez años desde su nacimiento, el público comenzaba a cansarse de esas novelas sociales en las que siempre aparecía la denuncia de unas condiciones de vida miserables, en ambientes siempre cerrados y parecidos (la fábrica, el taller, la mina, etc…), y empezó a reclamar una mayor imaginación, un cambio. También los autores se cansaron de ver cómo no habían conseguido el objetivo que buscaban con sus novelas, es decir: impulsar un cambio social y político en el país.

 

Resumiendo, a la llegada de nuevas ideas del exterior hay que unir el cansancio del público de unas novelas que repetían, en un parco estilo, una y otra vez los mismos tópicos, y, por último, habría que unir la voluntad de cambio de los propios escritores que se acercaron a una nueva literatura más preocupada por la técnica y la expresión que por los contenidos.

 

La nueva novela experimental aparece a mediados de los años sesenta y podríamos decir que llega la tendencia hasta 1975, fecha que por simbolismo histórico se impone como el punto de arranque de una nueva etapa.

 

Los iniciadores de esta corriente son los jóvenes autores que comienzan su carrera en los años sesenta como Luis Martín Santos, pero también autores procedentes del realismo social como Juan Marsé o Juan Goytisolo y los grandes autores de la generación anterior:  Cela, Delibes y Torrente Ballester.

 

1. La nueva novela española (1960-1975).

 

Toda la crítica coincide en señalar la obra de Luis Martín Santos, Tiempo de Silencio (1962) como la novela que marca el cambio e inicia una ruptura definitiva con la novela socialrealista anterior. El contenido de la obra es de nuevo realista, pero narrado con una nueva técnica narrativa, lejos de la expresión funcional  de las novelas de la etapa anterior. En este nuevo estilo, el autor introduce innovaciones técnicas como son el monólogo interior, un mayor subjetivismo en el punto de vista del narrador (mejor, multiperspectivismo),  experimentos con la expresión como puntuación arbitraria, uso de términos inusuales…, en definitiva, fue una auténtica revolución.

Tiempo de silencio tiene un argumento bastante simple. Pedro, un joven investigador médico, trabaja en un laboratorio con ratones en los que experimenta células cancerígenas. Los ratones se los proporciona “El muecas”, un quinquillero que vive en un barrio de chabolas con su mujer y sus dos hijas. Un día ocurre un suceso  en la chabola del “muecas” en el que involuntariamente se vio involucrado Pedro. A una de las hijas le han practicado un aborto, pero como no cesa la hemorragia, piden ayuda a Pedro para que intente salvar a la joven. A pesar de sus esfuerzos, la chica muere y a Pedro lo despiden del laboratorio por el escándalo (investigación policial, interrogatorios, etc). Pero no terminan ahí sus desdichas, el novio de la joven muerta cree que Pedro ha sido el causante de su desgracia y, aprovechando un día de fiesta, confundido entre la multitud, se venga de la muerte de su novia asesinando de una puñalada a la novia de Pedro que estaba con éste disfrutando de la fiesta. Al final de la novela, Pedro se siente derrotado por la hostilidad del mundo que le rodea y se resigna a vivir como médico rural en su pueblo, llevando una monótona vida y  apartado, en cierto modo,  de la sociedad.

 

Como observamos por el argumento, el contenido no es diferente del que tenían las novelas del realismo social: testimonio y crítica de la sociedad del momento, personajes derrotados por el entorno mísero e injusto. Lo diferente es la manera de contarlo. En esta novela se introducen ya buena parte de las nuevas técnicas narrativas que caracterizarán a la novela experimental. A saber:

 

a) En los modos narrativos:

  • Especial predilección por incorporar pasajes narrados en segunda persona. En un “tú” que es en realidad un desdoblamiento de la personalidad del protagonista.
  • Uso del monólogo interior, caótico, inspirado por el Ulises de Joyce
  • Mezcla de estilos en la narración: estilo directo, indirecto libre, monólogo, diálogo, indirecto tradicional, etc…

b) En la estructura

  • No hay separación de capítulos en la novela (algo habitual en la novela experimental, incluso se llega a sustituir la numeración de los capítulos por otros signos)
  • Se rompe con la narración cronológica de los acontecimientos. Por ejemplo, yendo hacia adelante y atrás en la historia, con secuencias narrativas que suceden al mismo tiempo, etc.

 

c) Los contenidos

  • Aparecen contenidos y significados simbólicos. A veces una aparente historia realista es en realidad una parábola o alegoría con más amplias significaciones humanas (como sucede en Tiempo de silencio).
  • Se mezclan géneros y, a veces, se recurre a géneros marginales como la novela policíaca o antiguos como la novela de caballerías o la picaresca.
  • El empleo de la parodia y la ironía como recursos para presentar los contenidos.

 

d) El lenguaje

  • Empleo abundante de imágenes y metáforas; uso de técnicas y juegos literarios difíciles de captar por el lector no experimentado. Por ejemplo, 1) desde el empleo de la frase muy corta hasta la muy larga. 2) Invención de palabras o disposición de elementos fónicos de manera arbitraria (ejemplo: C. J. Cela en su novela San Camilo 1936 “el mayoría que ganaba en olfato a los perros había nacido en tawhakatnagihangakoananotameteaturipukakapikimaugaharonukupokaiwhenua…”). 3) Recurrir a la composición absoluta, es decir, unir palabras que formarían una frase (J. Goytisolo en Señas de identidad: “buenascaballero, malalapobrecomosiempre,…)

Barroquismo en la selección del léxico, empleo de palabras técnicas o excesivamente cultas u olvidadas.

 

2. Obras y autores (además de la mencionada Tiempo de Silencio):

Los novelistas recibieron con entusiasmo este cambio en el modo de narrar historias. Tanto lo que comenzaron a escribir en los años sesenta, como mucho procedentes del realismo social o incluso los de la Generación del 36 como Cela y Delibes incorporaron muchas de las nuevas técnicas narrativas en sus obras.

 

Ya desde el título se aprecia lo diferente de esta literatura en obras como: El león recién salido de la peluquería, de Antonio F. Molina o Larva de Julián Ríos.

Un autor procedente del realismo social dio, con acierto, el paso a la nueva novela experimental. Se trata de Juan Goytisolo que completó su trilogía sobre “la destrucción de España”: Señas de identidad (1966), La reivindicación del conde Don Julián (1972) y Juan sin tierra (1975).

Juan Benet va a ser uno de los autores clave de la novela experimental. Influido por la lectura de Proust, Faulkner, Joyce…, creó un universo novelesco que consolidó el experimentalismo en la novela. Sus obras se desarrollan en el mítico lugar de Región (inventado por él), son una serie compuesta por entre otras: Volverás a Región (1966) y Saúl ante Samuel (1980)

 

Los autores consagrados de generaciones anteriores también adoptaron el experimentalismo narrativo. Miguel Delibes emplea técnicas de la nueva novela en Cinco horas con Mario (1966) y Los santos inocentes (1983).  C. J. Cela escribió dos novelas que desechan el hilo argumental en favor del barroquismo lingüístico: San Camilo 1936 (1969) y Oficio de tinieblas (1973).

Singular es el caso de Gonzalo Torrente Ballester, que optó por la parodia del disparate al que llevaron el lenguaje algunas de estas obras con La saga/fuga de J.B. (1972), excelente novela por otra parte.

 

Fragmento de Tiempo de Silencio

Sonaba el teléfono y he oído el timbre. He cogido el aparato. No me he enterado bien. He dejado el teléfono. He dicho: «Amador». Ha venido con sus gruesos labios y ha cogido el teléfono. Yo miraba por el binocular y la preparación no parecía poder ser entendida. He mirado otra vez:

«Claro, cancerosa». Pero, tras la mitosis, la mancha azul se iba extinguiendo. «También se funden estas bombillas, Amador.» No; es que ha pisado el cable. « ¡Enchufa!» Está hablando por teléfono. « ¡Amador!»

Tan gordo, tan sonriente. Habla despacio, mira, me ve. «No hay más.» «Ya no hay más.» ¡Se acabaron los ratones! El retrato del hombre de la barba, frente a mí, que lo vio todo y que libró al pueblo ibero de su inferioridad nativa ante la ciencia, escrutador e inmóvil, presidiendo la falta de cobayas. Su sonrisa comprensiva y liberadora de la inferioridad explica -comprende- la falta de créditos. Pueblo pobre, pueblo pobre. ¿Quién podrá nunca aspirar otra vez al galardón nórdico, a la sonrisa del rey alto, a la dignificación, al buen pasar del sabio que en la península seca espera que fructifiquen los cerebros y los ríos? Las mitosis anormales, coaguladas en su cristalito, inmóviles -ellas que son el sumo movimiento-. Amador, inmóvil primero, reponiendo el teléfono, sonriendo, mirándome a mí, diciendo: «¡Se acabó!». Pero con sonrisa de merienda, con sonrisa gruesa. «Qué belfos, Amador.» La cepa MNA tan prometedora. Suena otra vez el teléfono.

 

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