La poesía de Quevedo

Francisco de Quevedo y Villegas nació en Madrid en 1580. Era de origen noble lo que le facilitó su entrada en la vida cortesana.  Quevedo fue un hombre muy inteligente y agudo pero también egocéntrico, orgulloso, desconfiado y vengativo. Este carácter tan extremado hizo que se ganara numerosos enemigos y que tuviera incluso problemas con las autoridades.     

En 1639, acusado de espionaje y de traición, fue encarcelado y permaneció en prisión cuatro años sin que se formulase ningún cargo contra él. Desengañado y enfermo, se retiró de la vida pública y murió en 1645.

1. Obra

Como la mayoría de los poetas del Siglo de Oro, Quevedo  no publicó su poesía que circuló, en vida del autor, en forma manuscrita. Solo algunos poemas se publicaron en antologías como en la conocida Flor de poetas ilustres de 1605.

Se sabe que cuando murió estaba preparando una edición de su obra que finalmente completó su amigo Josef Antonio González en 1648, con el título El Parnaso español, monte en dos cumbres dividido, con las nueve Musas.

Las nueves musas servían como pretexto para hacer una clasificación temática en nueve apartados.

Por ejemplo la primera Musa, Clío, recogía poemas de alabanza de personajes ilustres pasados o presentes. Destacan sonetos como “Buscas en Roma a Roma, ¡oh peregrino!.

El resto de temas en que fue agrupada son:

  • Poemas morales, de lo mejor de su producción, recordemos sonetos como “Ah de la vida’…¿Nadie me responde?” o la Epístola al Conde Duque de Olivares.
  • Poesía fúnebre: exequias de personajes célebres.
  • Poesía amorosa. Reformula el amor petrarquista para incidir en la relación vida-amor-muerte. Algunos de estos poemas son joyas universales, como los poemas dedicados a Lisi, entre los que se encuentra  el mejor soneto del autor y para muchos también el mejor de la poesía española que comienza “Cerrar podrá mis ojos la postrera…” (hoy lo conocemos como Amor constante más allá de la muerte).
  • Por último, poemas satíricos y burlescos que son de lo más agudo e ingenioso del autor. Como no recordar el soneto “A una nariz”.

Entre las composiciones destacan los sonetos, pero practicó todas las formas estróficas típicas de su tiempo: especialmente romances, pero también redondillas, canciones, bailes, jácaras, etc.

Además de su obra poética, Quevedo escribió bastante  prosa. Una conocida novela, El buscón y varios tratados de carácter filosófico, moral, satírico y político.

2. Análisis de su obra 

El conceptismo en Quevedo supone una continuación de los recursos de la poesía cancioneril castellana del XV, donde ya se evitaba nombrar un referente con su significante habitual, para identificarlo con otro signo con el que esté relacionado en el significante o en el significado. Las  similitudes de significante se mostraban a través de antítesis, paradojas, dilogías, paronomasias, calambures, retruécanos…; mientras que la semejanza de significados se articulaba  con la metáfora. Para Gracián el concepto era, de hecho, un acto de entendimiento, que exprime la correspondencia que se halla entre dos objetos.

El conceptismo de Quevedo además del ingenio y la sutileza, prefiere la condensación expresiva y, a diferencia de Góngora  (que recurre especialmente a los cultismos), utiliza palabras habituales o neologismos que él crea a partir de ellas. Por esto siempre se ha dicho que su poesía es “menos difícil” que la de Góngora y puede que sea verdad en apariencia, pero la complejidad en Quevedo es tanta o mayor que en Góngora. Las palabras son más accesibles, sí, y el significado general de la composición parece claro, pero es solo en apariencia como decimos. Casi cada palabra, cada expresión se carga de dobles, triples y hasta cuádruples sentidos. De este modo, los niveles de significado del poema se multiplican y complican.

Un ejemplo de lo que decimos lo encontramos en el poema “A una nariz”; termina así el soneto: “[una nariz] que en la cara de Anás fuera delito”. Bien, Anás puede ser un juego de palabras con referencia al hebreo, a- nas que vendría a significar “chato”, sin nariz. Por tanto la nariz sería delito en la cara de un “chato”. Ya de paso, con la referencia al hebreo,  está insinuando la descendencia judía de Góngora que es a quien dirige el ataque. Pero hay más, también podría ser que se refiere al Anás bíblico, el sumo sacerdote que junto con Caifás condenaron a Jesucristo. Entonces ahora se abre una nueva vía de significación y además con múltiples ramificaciones:

– La nariz es tan grande que en la cara de Anás, o sea, en frente de él, como Jesús en el juicio, es un delito que merece severo castigo.

– O es literalmente en la cara de Anás, es decir, Anás como judío (y por tanto, con fama de nariz grande) ¿tiene una nariz que merecería castigo del propio juez que imparte los castigos?, ¡quien sabe!

Podemos agrupar la poesía de Quevedo en cuatro grandes apartados:

a) Poesía religiosa y moral.

Aquí estarían incluidos sus poemas fúnebres, morales, reflexivos de carácter filosófico, algunos laudatorios y de homenaje. Están impregnados de la corriente contrarreformista y de un pesimismo típicamente barroco.

La muerte es vista como algo próximo e inminente y la vida como un tiempo breve para llegar a la muerte. Con la muerte se alcanza el descanso eterno y es la única liberación del mundo de apariencias en que se ha convertido la tierra.

b) Poesía política.

Incluimos aquí poemas satírico-burlescos, morales y de alabanza que tienen este tema común. Muchas de sus críticas  se centran en contrastar los tiempos gloriosos del Imperio con la actual decadencia y perdida de los valores.

c) Poesía amorosa. Sigue todos los tópicos renacentistas del amor petrarquista. Por tanto, un amor platónica por la amada que es fuente de placer espiritual (1), pero también de dolor y sufrimiento (2). El poeta parte de la descripción de la  belleza perfecta de la amada (3) para llegar a la unión espiritual (1). Nunca busca la unión carnal, es más bien la búsqueda de ese ideal en el que dos almas se unen, que proporciona placer y calma, y que es lo mejor que puede pasarle a un mortal. Incluso introduce un aspecto novedoso, propio del extremismo barroco, como el del amor más allá de la muerte, que supone la expresión máxima del sentimiento amoroso: el amor visto como una unión perfecta en cuerpo y alma que transgrede los límites de la muerte (4).

Destacan los numerosos sonetos que dedicó a Lisi, Lisis, o Lísida, y que forman una especie de cancionero

(1)

Sabe, si alguna vez tus labios rojos

quema invisible atmósfera abrasada,

que el alma que hablar puede con los ojos

también puede besar con la mirada.

(2)

Suspiros, del dolor mudos despojos,

también la boca a razonar aprende,

como, con llanto y sin hablar, los ojos.

(3)

lamáronme los ojos las facciones,

prendiéronlos eternas jerarquías

de virtudes y heroicas perfecciones.

(4)

Espíritu desnudo, puro amante

sobre el sol arderé y el cuerpo frío

se acordará de Amor en polvo y tierra


 

Serán ceniza, mas tendrán sentido

Polvo serán, mas polvo enamorado.

d) Poesía satírica y burlesca.

Son ataques  a la decadencia de España, a sus enemigos, a las mujeres… en general a todo lo que le molestaba.

Estos poemas son de una implacable crítica y muestran una imagen ridícula y grotesca de instituciones y tipos sociales: el matrimonio interesado  (especialmente recurrente era su crítica a los cornudos), diversos oficios (sobre todos a médicos), los literatos, conocida era su animadversión por Góngora y su escuela, los judíos conversos, los que aparentan honor sin tenerlo, las mujeres, los homosexuales… Por la acidez de la crítica, son estos  poemas más satíricos que burlescos.

Entre los recursos mas empleados  destaca el empleo de los juegos de palabras, las hipérboles, la paradoja y los contrastes.

Gracias por compartir

2 comentarios

  1. Deseo conocer el poema completo ” A MUERTOS DE MOGOLLÓN” y si fuere posible el sentido del poema y etimología u origen de las palabras no usuales como . mogollón..

    • Anibal el 17 marzo, 2018 a las 20:31
    • Responder

    Alguien me podrias aclarar si en la poesia de Quevedo se puede hablar de un Español antiguo o mal escrito.

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